Mas dudas y menos certezas II julio 2021

 

Mas dudas y menos certezas II                                          julio 2021

         

   El cambio climático.   

 

Como siempre planteo en mis escritos, la duda suele ser una herramienta eficaz a la hora de interpretar determinados temas.

Tenemos certezas de que el cambio climático existe, es algo evidente, pero, sin embargo, un tema tan delicado es tratado como siembre por dos bibliotecas bien definidas, una mayoritaria que predice un futuro apocalíptico, casi sin retorno que nos sumirá en el desastre universal y otra minoritaria que esencialmente lo minimiza.

En general las opiniones mayoritarias son validadas fundamentalmente por eso, es lo que cree y apoya la mayor parte de la sociedad y eso para muchos es suficiente para que las mismas tengan asidero. También la humanidad hace apenas unos 500 años daba por válido a Ptolomeo quien sostenía que la tierra era el centro del universo (geocentrismo) hasta que Copérnico se dio cuenta del error y aclaró que el centro del universo era el sol (heliocentrismo)

El modelo de Copérnico no se tomó realmente en serio hasta que, casi cien años después de su muerte, Galileo recopiló observaciones a favor del heliocentrismo. 

Esto provocó que la Inquisición juzgara a Galileo por hereje al defender que el sol era el centro del Universo y que los demás astros giraban a su alrededor, y la luna, en torno a la Tierra

O tal vez podríamos referirnos a que el mundo durante un par de milenios estaba convencido que la tierra era plana, hasta que alguien pudo demostrar lo contrario.

¿Puede haber un nuevo giro copernicano sobre el cambio climático?

¿Cuán influenciados estamos a la hora de tratar un tema como este por la información que recibimos?

En 1910 Camille Flammarion, planteó que el cometa Halley se iba a acercar a nuestro planeta como nunca y que esto traería terribles consecuencias para la vida, “el gas cianógeno impregnando la atmosfera y extinguirá la vida en el planeta” El mundo científico se dividió en dos, la humanidad también, rituales religiosos y paganos proliferaron, sacrificios humanos, suicidios, histeria colectiva. “No deja de ser una interesante fábula sobre el comportamiento humano a escala global ante fuerzas de la naturaleza descomunales incontrolables” (Esther Miguel Trula).

¿Estamos ante otro Flammarion?

Como ejemplo, suelo en mis exposiciones, preguntar a la audiencia que mencionen cuales a son a sus criterio las consecuencias que acarreará el cambio climático. En todos los casos, el auditorio menciona detallada y exhaustivamente aspectos negativos sobre nuestra vida futura, tales como inundaciones, temperaturas que impedirán la vida humana, hambre, pestes, por mencionar las más comunes.

La certeza del desastre está tan arraigada que nadie considera algún aspecto positivo del cambio.

Un ejemplo sencillo que suelo mencionar es que pasa si en una zona desértica donde llueven 200 milímetros por año el aumento de las precipitaciones triplica esa cifra; o si una zona fría que impide el desarrollo de determinados cultivos al hacerse más templada permite la expansión de la producción agrícola. Son sólo dudas, pero me parece interesante explorarlas. Tal vez los efectos positivos sean menores a los negativos, en realidad nadie lo sabe, pero al menos debemos considerarlos.

Una discusión interminable es el aumento de las emisiones de dióxido de carbono y el efecto invernadero. Para muchos científicos es un elemento crítico de cara al futuro, la realidad es que en los últimos años el planeta, debido a ese efecto invernadero es un cada vez más más verde, (algunos estudios reportan el 40 %) con estaciones de cosecha más largas y mayores rendimientos (fuente: Patrick Michaels Universidad de Virginia) ¿Eso es positivo o negativo?

¿Asumiendo que el cambio climático es un hecho evidente, pudo el hombre, poniendo como punto de partida, la revolución industrial, en 200 años cambiar el clima del planeta?

¿Estamos en presencia de un cambio climático antrópico o la variabilidad climática es parte de los ciclos de la naturaleza, preexistentes algunos millones de años antes de que algún hombre interfiriese?

Nigel Lawson, ex ministro de Margaret Thatcher, en 2009 ya planteaba su escepticismo total a la teoría oficial del calentamiento, al igual que John Casey, ex científico de la NASA que también pone en duda que sólo el hombre sea responsable de este fenómeno.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de una TEORIA, que, como tal, puede tener sus falencias, de hecho, gran parte de las predicciones hechas en los últimos 30 años han tenido poca eficacia y grandes errores.

Muchos autores, sin soslayar la influencia del hombre en el cambio, no le dan la preponderancia que otros plantean, basando sus estudios en modificaciones de la posición del eje de la tierra, actividad volcánica o en diferentes ciclos de actividad solar.

Veamos, según los estudios científicos actuales los niveles preindustriales de dióxido de carbono eran de 280 ppm y hoy en día estamos en 410 ppm, este dato en sí mismo no aportaría demasiado, pero los estudios del período Ordovícico, hace unos 500 millones de años, indican que los valores de C02 en ese momento superaban las 3000 ppm, unas 6 veces los valores actuales con una temperatura unos 10 C superiores a las de hoy.

John Christy climatólogo de la Universidad de Alabama demostró que, de los 102 modelos predictivos de clima de la ONU, sólo uno acertó sus pronósticos para la región de los trópicos.

Mi planteo es que, si en el análisis de la problemática del cambio climático pudiésemos tener una visión inclusiva y sistémica del todo, incluyendo lo positivo y lo negativo, lo que podemos cambiar y lo que no, tal vez sería más fácil transitar el camino adecuado.

En esta carrera alocada para salvar al planeta se plantean temas como soluciones que no siempre lo son, por ejemplo, la Universidad de Michigan publicó un artículo donde demuestra que un vehículo convencional con motor de combustión interna, que consuma 7 litros cada 100 kilómetros recorridos son más amigables con el medio ambiente que un vehículo eléctrico si tenemos en cuenta los costos ambientales de producir un auto de ese tipo.

Otra paradoja que siempre me llamó la atención referido a los autos eléctricos que (sin duda) polucionan menos las urbes, pero, por otro lado, esa energía eléctrica en algún lugar ha sido generada, combustionando carbón, biomasa, fuel o algún otro hidrocarburo, por lo cual lo que hacemos es trasladar las emisiones a otro lugar, no necesariamente eliminarlas.

Nosotros tenemos energía limpia en nuestros hogares enchufando nuestro auto a la red mientras otros están debajo de las chimeneas de las usinas.

No hay nada más peligroso que aplicar soluciones al problema equivocado, abordar el tratamiento de los efectos sin tener en cuenta las causas de los mismos.

En su libro sobre cambio climático Jorge Alcalde dice:

Con el tiempo, el cambio climático se convierte en un problema neto: en la década de 2070, concluye el Panel del Clima de la ONU, el calentamiento global causará un daño equivalente de hasta el 2% del PBI. Esto ciertamente no es un costo trivial, pero tampoco es el fin del mundo. Es tal vez la mitad del costo social del alcohol en la actualidad.”

 

“El tratado sobre el clima de Paris costará alrededor del 2% del PBI y solucionará mucho menos de una décima parte del problema. Políticas climáticas menos eficaces, pero más ambiciosas cuestan al menos 6% del PBI por año”.

 

Con mucho menor esfuerzo, podríamos intentar que estos países mejoraran sus infraestructuras, su sanidad, su régimen de libertades, sus recursos, y se pertrecharan de mejores herramientas para combatir los efectos del aumento de temperaturas, si se produce”.

 

Sin embargo, países como España, que a duras penas puede soñar con llegar a cumplir sus compromisos de ceder el 0,7% de su PIB a ayuda efectiva al Tercer Mundo, se embarcan en la firma de un costosísimo (y para muchos inútil) Protocolo de Kioto (que, dicho sea de paso, tampoco va a cumplir)”.  (Jorge Alcalde, Las mentiras del cambio climático, editorial Libroslibres.2007).

 

Como verán, analizando lo expuesto por Alcalde el autor hace un enfoque, no menor, que, como otros analistas y científicos, no solo ambientales sino de la economía plantean refriéndose a cuál es la verdadera relación entre el costo de disminuir las emisiones de dióxido de carbono para la humanidad en términos netos y los reales beneficios.

 

¿Desde el punto de vista economico conviene más bajar las emisiones, enfriar la actividad económica e industrial o dotar a los países (especialmente a los menos desarrollados) de fondos para adaptarse al cambio?

 

Considero importante llevar el análisis a una evaluación del costo del cambio climático, el costo de intentar remediarlo (si es que fuese posible) y el costo de readecuarnos al mismo.

 

Quiero a esta altura remarcar, para evitar cualquier confusión al respecto, que mi posición es que debemos tener una actitud responsable con el medio ambiente cada día de nuestras vidas, cuidarlo y evitar todo tipo de contaminación.

 

Dicho eso, también me parece importante ser prudentes a la hora de abrir juicios al respecto y pongo al menos en duda de que sólo el hombre en menos de dos siglos haya cambiado el clima del planeta.

 

En lo personal, todo tipo de fundamentalismo, de un lado o del otro de la biblioteca me resultan improductivos e incapaces de resolver problemas, mucho menos situaciones que implican a la humanidad toda.

 

Entiendo la espectacularidad de las imágenes que se promueven de un pueblo inundado u otro tapado por la nieve, son realmente impactantes. Ahora, cuando uno ve el pie de nota se plantea que esto no sucedía hace 50 años o que esta temperatura no se registraba desde principio de siglo, o que esta sequia es igual a la de 1914, no puedo evitar pensar como sucedían esas cosas en aquellos momentos con valores de dióxido de carbono normales.

 

 ¿Y las glaciaciones? ¿Y el diluvio?

 

Los cambios climáticos han sido siempre parte de la naturaleza de nuestro planeta, más o menos graduales, más o menos drásticos, mucho antes de que el hombre hiciese su irrupción. Esa variabilidad existe desde el origen de los tiempos y no debemos desconocerla.

 

¿Cuánta influencia antrópica hay en la actualidad?, nadie realmente lo sabe a ciencia cierta aún.

 

No deja de generarme cierta inquietud que el mundo desarrollado, bajo el lema de remediar el medio ambiente decida bajar los niveles de CO2 y consecuentemente en muchos casos la productividad.

 

¿Qué haremos los países no desarrollados?

 

Una situación analógica es la que vemos con la pandemia. Dadas las restricciones por todos conocida, toda la actividad económica en mayor o menor grado ha sido afectada, ahora bien, que un alemán pierda un 15 % de sus ingresos afecta sin dudas su economía familiar, a un latinoamericano lo condena en algunos casos a la pobreza y en otros a la indigencia.

 

¿Partiendo de la base que aceptamos que sólo el hombre es el responsable del cambio climático, realmente creemos que el mismo hombre será capaz de repararlo? ¿Quién para sus emisiones primero la CEE, USA, CHINA o RUSIA?

 

Creo trascendental, como menciona el periodista español Miguel del Pino, que la ciencia abandone los discursos políticamente correctos y se dedique a investigar y divulgar la verdad.

 

Personalmente agrego que es muy delicado que las opiniones científicas estén influenciadas por juicios de valor de carácter geopolítico.

 

La combinación de ciencia y geopolítica suele ser compleja y arrojar resultados peligrosos a la hora de ser interpretados.

 

Como siempre planteo en estas notas, no me atribuyo verdad alguna en lo que expreso, pero si considero importante que todos podamos tener siempre visiones más amplias y por qué no antagónicas sobre los temas que nos incumben, que nos permitan pensar y obtener nuestras conclusiones, ser personas de ideas y no de ideologías.

 

Espero como siempre haber despertado al menos la inquietud del lector sobre un tema tan sensible y que ustedes puedan tener sus propias conclusiones que seguramente serán mejores que las mías.

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