La fantasía de Vaca Muerta y la realidad del agro vivo. 2017

 La fantasía de Vaca Muerta y la realidad del agro vivo.

Junio 2017.

Introducción

En junio de 2007 presenté en el congreso “Argentina Supermercado del mundo”, organizado por el Multimedios Agro Empresario, este tema. En ese momento el título de mi presentación se refería al “sueño de Vaca Muerta”, hoy prefiero titularlo como “fantasía”, me parece más acorde.

Los fundamentos de dicha presentación se basaron principalmente en tres ejes que considero centrales del análisis y que a mi entender son esenciales a la hora de definir un proyecto de país a mediano y largo plazo.

En primer lugar, la cada vez más relativa importancia del petróleo en la proyección a largo plazo, en segundo lugar, la importancia geopolítica en la producción de alimentos y la eficiencia de nuestro país en ese campo y tercero la minimización de la importancia del sector agropecuario y agroindustrial dentro de las políticas públicas independientemente del color del gobierno de turno.

Explotación hidrocarburífera

Hace treinta años diferentes proyecciones de los más encumbrados analistas sobre el tema pronosticaban que para estas alturas, décadas más o menos, el abastecimiento de combustibles fósiles sería crítico y que probablemente la humanidad enfrentaría una severa crisis con consecuencias difíciles de predecir y aquí estamos, sanos y salvos. Es más, analistas del nivel de Jeremy Rifkin (autor de la Tercera revolución Industrial y asesor de los principales líderes mundiales) considera que la industria de los combustibles fósiles tal como la conocemos va al colapso en menos de una década. Sin pretender, desde mi básica formación hidrocarburífera corregir a Rifkin, a los efectos de este análisis personal, tomaré como razonable pensar un punto intermedio sobre dicho pronóstico y es que el abastecimiento de combustibles fósiles no será un tema crítico para la humanidad hacia el futuro.

Por un lado, la aparición de energías renovables alternativas acompañados por otro lado, en mi opinión personal, de una nueva y extraordinaria fuente de energía desarrollada en las últimas décadas por la humanidad llamada EFICIENCIA han disminuido y controlado la dependencia de los combustibles fósiles. Hoy nos transportamos, iluminamos, refrigeramos o calefaccionamos con menos de la décima parte de consumo energético de lo que utilizábamos hace apenas 30 años.

El mundo del Petro dólar se extingue lentamente y cede espacio al mundo de la “proteíno” dólar, no sólo dando una oportunidad enorme a los países productores de proteínas desde el punto de vista de desarrollo económico sino también reposicionándolos en el mapa geopolítico con una importancia específica que nunca han tenido.

Sobre este anunciado y evidente escenario nuestro país intenta desarrollar un proyecto de explotación de hidrocarburos “no tradicionales”, que requieren de una altísima inversión, políticas de subsidios extraordinarios a los potenciales inversores (desde un Estado cuasi quebrado) , un importante tiempo de puesta en marcha y un precio del barril razonablemente alto para darle cierta competitividad, es decir necesitamos de un escenario donde deben conjugarse cuatro variables simultáneamente y mantenerse en el largo plazo para aspirar a obtener algún nivel de éxito económico y sin ninguna trascendencia desde el punto de vista geopolítico. Una simple baja del valor del barril hace al proyecto Vaca muerta inviable.

¿Cuál es el análisis realizado para poner tanto esfuerzo en una actividad que más temprano que tarde no tendrá trascendencia alguna?

Argentina en la década del 40 ya tenía desarrollo nuclear propio, en los 50 fabricábamos aviones, en los 60 autos de industria nacional corrían en Nürburgring, luego quisimos incursionar en la industria pesada, electrónica, en ser un centro financiero y finalmente hoy no somos nada de eso. Todas decisiones espasmódicas, anacrónicas, muchas veces a contra pelo del mundo, sin continuidad ni planes de desarrollo preestablecidos.

En términos generales, excepto la producción agropecuaria y agroindustrial, determinadas ramas de la medicina y la industria del conocimiento, tres áreas en la que nuestro país es referente mundial y altamente competitivo, sectores que no requieren ninguna política de subsidio estatal, en la mayoría de las otras actividades económicas la competitividad es muy baja y requiere del permanente aporte del estado para su subsistencia, produciendo en general productos de muy baja calidad, con obsolescencia tecnológica y caros, subsidiamos procesos para tener productos malos y que cuestan el doble o el triple que en cualquier parte del mundo.

Si cualquiera de estas actividades no competitivas dejase de producir mañana el mundo no se enteraría, ya que las mismas no tienen peso alguno en la economía mundial. Imaginen, en contrapartida, como un sencillo ejercicio que sucedería si nuestro país dejase de producir alimentos, considerando que es el tercer exportador mundial de alimentos.

El sector agropecuario

Groseramente hablando, podemos asumir que dos de cada tres dólares que ingresas al país lo genera el complejo agroexportador, por lo que sin duda alguna es un actor estratégico para nuestra economía, sobre todo si tenemos en cuenta que nuestro sector no sólo no recibe subsidio alguno para la producción si no que tributa importantes montos en conceptos de derechos de exportación o retenciones como el lector prefiera denominarlos, además de los impuestos tradicionales de toda actividad.

Este sector, de vital importancia en la economía del país jamás ha tenido en los últimos 70 años una política de ESTADO de largo plazo que considere su posicionamiento estratégico mundial ni la heterogeneidad de los sectores productivos regionales que lo componen.

Las políticas espasmódicas propias de nuestro país entremezclan como una sola realidad la problemática de un productor de frutas del Alto Valle con un algodonero del nordeste o un vitivinicultor de Cuyo, un disparate que demuestra la poca importancia y el desconocimiento de las autoridades sobre la realidad del sector.

Si yo le preguntase al lector que mencione el nombre de 5 ministros de economía sin duda con mayor o menor grado de precisión podría hacerlo.

¿Qué pasaría si le pregunto el nombre de cinco Ministros de Agricultura?, es decir el responsable de la actividad más eficiente, estratégica y competitiva que tiene nuestro país?

¿Cuántas misiones gubernamentales han visto en las últimas décadas, donde las máximas autoridades del país viajan por el mundo a cuanto foro exista buscando inversores y ofreciendo ventajas para radicar industrias, empresas petroleras o de electrónica?

¿Cuántas veces vieron misiones de iguales características para buscar inversores agropecuarios? Tómense su tiempo.

Los inversores agropecuarios internacionales no requieren de ninguna ventaja o apoyo estatal, imaginen que tenemos impuestos a las exportaciones entre el 10 y el 30 % y aun así somos más competitivos que ellos.

No sólo no promocionamos la inversión extranjera en el agro sino que la PROHIBIMOS (Ley 26.737), tengamos en cuenta que hablamos de un país con MILLONES de hectáreas que podrían volcarse a la producción si tuviésemos capacidad de inversión, con un 10 % de lo que necesita Vaca Muerta y con una puesta en marcha muchísimo más breve, en una actividad estratégica, con recursos renovables a diferencia del negocio de extracción de fósiles, que por su característica de extractiva tiene fecha de vencimiento.

He intentado que diferentes autoridades Provinciales y Nacionales me expliquen por qué si un inversor extranjero accede a determinada superficie para la extracción de hidrocarburos es desarrollar la patria y por qué si alambrado de por medio otro inversor extranjero quiere producir trigo es entregar la soberanía.

Sobre las respuestas recibidas podríamos hacer una nota en sí misma, pero como denominador común en la mayoría de los casos esgrimen el argumento de los recursos naturales (fundamentalmente el agua), desconociendo que en nuestro país los recursos naturales SON DEL ESTADO!! Independientemente de la nacionalidad, del dueño de la tierra.

Otro argumento común es que se van a llevar la producción de alimentos que obtengan, producción que hoy no EXISTE NI VA A EXISTIR SI NO PERMITIMOS LA INVERSIÓN EXTRANJERA ¿Cuál es el problema entonces? ¿No produzcamos para que no exporten y no ingresen divisas? Entendamos que el mismo funcionario que me argumenta esto viaja por el mundo buscando inversores en otras áreas en la mayoría de los casos absolutamente inviables.

Impedir la inversión extranjera para poner tierras en producción y consecuentemente incrementar las exportaciones y por tanto una fuente genuina de ingresos de divisas, es un error estratégico grosero que condena a millones de hectáreas a ser sólo parte del paisaje y a las poblaciones circundantes a la pobreza y el subdesarrollo eterno.

Es realmente desesperante ver como tratamos de traer inversores a la Argentina a actividades no competitivas, sin ningún potencial en el mediano y largo plazo, aun ofreciendo todo tipo de ventajas y para los que quieren venir a invertir en el agro, que no piden ninguna condición especial para ello, legislamos restringiendo su ingreso, desde cualquier punto de vista un disparate económico, estratégico y geopolítico.

EL ÉXODO INTERNO

La determinación de restringir la inversión extranjera en tierras no sólo es dilapidar el potencial productivo agropecuario nacional, implica condenar definitivamente a gran parte de los habitantes de nuestro país a la pobreza definitiva.

Esa condena se ve reflejada en el constante éxodo poblacional de las zonas rurales a las zonas urbanas más cercanas y luego a las grandes capitales. Con observar los cordones periurbanos de las grandes ciudades entenderán a que me refiero.

Esas corrientes migratorias no sólo llevan a esa población a vivir de manera indigna y miserable, renunciar a sus orígenes, culturas y tradiciones, generan además un desbalance etario en el interior, los pueblos envejecen en tanto la gente joven en edad productiva terminan migrando en busca de algún sustento de origen laboral (generalmente no registrado), de caridad y en algunos casos delictivos.

En contrapartida las urbes se ven colapsadas en sus servicios de agua, energía, salud y transporte por mencionar algunos temas básicos.

No es un tema casual que la Provincia de Buenos Aires concentre el 60 % de la pobreza de la República Argentina es la consecuencia de condenar al interior productivo a la marginalidad eterna.

El desarrollo productivo de las economías regionales apoyando la actividad agropecuaria y sus agro industrias es un modelo económico de país, un proyecto de desarrollo económico y social viable, debiendo sostenerse en el tiempo.

Los que producimos en economías regionales vivimos a diario esta problemática, cada vez es más complejo disponer de mano de obra mientras por otro lado el crecimiento de las villas miseria (no encuentro otra denominación más adecuada) en los cordones urbanos no se detiene.

Reitero mi planteo, tenemos el recurso natural y el conocimiento para aumentar exponencialmente la producción nacional, somos altamente competitivos en el sector, es una actividad fundamentalmente generadora de divisas ¿por qué razón se ha decidido impedir la inversión extranjera?

“En este país escupís una semilla y crece un zapallo”..

Desconozco al autor de esta frase tan popular, pero increíblemente resume el pensamiento de la sociedad (fundamentalmente urbana) y lo que es peor aún de la clase dirigente sin distinción de color político.

La imagen de un país que es un gran vergel de producción ilimitada está incorporada a nuestra sociedad como si nuestro trabajo fuese una simple actividad extractiva, donde tiramos una semilla y seis meses después venimos a buscar la cosecha que Dios nos regaló.

La producción agropecuaria no es una simple actividad extractiva de los recursos naturales como habitualmente se cree, es una actividad que genera producción, transforma energía solar en biomasa, implica innumerables y complejos procesos productivos en toda su cadena, desde el mejoramiento genético vegetal y animal, a todos los sistemas de producción, conservación de suelo y ambiente, procesos desarrollo de tecnología en mecanización y procesos agroindustriales. Disciplinas como la biotecnología, ingeniería genética, microbiología, climatología, edafología, ingeniería química, sistemas geo referenciados para agricultura de precisión, sistemas de organización y organización de empresas, procesos de conservación y logística, son cotidianas en nuestra actividad, son subsistemas que componen un sistema mucho más complejo. Es fundamental visualizar al sector desde un análisis sistémico para comprender el todo.

El 75 % de la Argentina es desierto para comenzar a poner las cosas en su lugar.

Esa carne maravillosa obtenida de nuestros novillos tiene 100 años de selección genética, miles de millones invertidos en investigación y generaciones enteras de productores y profesionales trabajando, no son producto de un regalo divino.

Esa semilla que ponemos bajo la tierra tiene una tecnología intrínseca muchísimo más sofisticada que la del ordenador más moderno.

Ese productor agropecuario no es un gaucho que toca la guitarra y canta folclore, es un empresario, pequeño, mediano o grande. Que tiene profesionales que lo asesoran en sus procesos productivos, en la conservación de su suelo, en procesos administrativos y contables y que como todo empresario enfrenta la problemática económica nacional y que por su actividad a diferencia de muchas pymes su competidor está en todas partes del mundo, con reglas claras de juego y en muchos casos subsidiado por el estado, algo que no siempre se entiende bien.

Es importante modificar la visión urbana y centralizada de la producción.

Entender que el sector agropecuario no es solamente la zona central de la pampa húmeda, de la pampa húmeda, si no que está integrado por miles de productores con diferentes realidades productivas, tecnológicas y logísticas que deben ser consideradas a la hora de la toma de decisiones.

Como mencionaba anteriormente la estructura productiva agropecuaria tiene diferentes actores, por la particularidad de productiva, por su localización y por su nivel tecnológico. Generalmente en los análisis que se realizan consideran (aún en la ley de tierras) un burgués terrateniente a alguien que disponga por ejemplo 1000 has de campo. En el caso de que esa superficie esté localizada en las zonas centrales hablamos de un productor de cierta envergadura, pero si ese mismo productor se encuentra en el Chamical (La Rioja) no produce más de 50 terneros al año, a los valores actuales de costo de vida está por debajo de la línea de pobreza.

El permanente error de utilizar la superficie como parametrización del productor sin ubicarlo en su contexto productivo es como determinar el coeficiente intelectual de una persona por el tamaño de su cabeza.

El verdadero análisis debe pasar por la determinación de la unidad productiva para cada escenario.

Apoyar al sector de mayor eficiencia productiva permitiendo su expansión territorial y tecnológica debería ser una política de estado en cualquier sociedad razonablemente organizada, lamentablemente no es nuestro caso.

¿Cómo un país relevante en la producción agropecuaria mundial, actor importante en el trading internacional, se da el lujo de no tener una política de estado agropecuaria?

Si hemos logrado el nivel de competitividad y eficiencia sectorial en un escenario de permanente improvisación, a donde podríamos llegar con un plan de desarrollo a, pongamos 20 años.

Ni siquiera necesitamos de desarrollos tecnológicos foráneos, tenemos nuestra propia tecnología, de hecho en muchos temas somos “libros de texto” para los países más desarrollados, algo que como mencioné anteriormente solo logramos además en áreas como las empresas del conocimiento y en la medicina.

Hay que entender al sector agropecuario como lo que es, generador y usuario del mayor paquete tecnológico productivo propio, una actividad absolutamente de vanguardia y competitiva y cada vez más profesionalizada. El mundo avanza indefectiblemente hacia la bioeconomía, es por ahí, por qué nos empecinamos en ir para otro lado.

Anteriormente mencionaba los distintos desarrollos que intentó nuestro país en diferentes décadas y siempre terminamos recurriendo una y otra vez al sector agropecuario a que nos saque del fuego.

¿Por qué gran parte de la recaudación impositiva generada por las retenciones termina yendo a subsidiar actividades económicas en muchos casos inviables?

¿Es demasiado audaz pensar en planes de estado de reconversión y eficiencia productiva a 10 o 20 años y desarrollar nuestras ventajas competitivas agropecuarias?

La estrategia de desarrollo agropecuario no existe como política de estado, tenemos los elementos necesarios para hacerlo y nos empecinamos en dilapidarlos una y otra vez, algo así como ponerlo a Messi a jugar al básquet y a Ginobili al fútbol, un absurdo.

El aprovechamiento de los recursos naturales productivos tanto en el mundo agropecuario, como en la minería, recursos hídricos, generación de energías renovables, deben ser parte de un plan integral de desarrollo de nuestro país, con la potencialidad sólo no alcanza, es sólo un discurso políticamente correcto pero que no genera riqueza alguna.

Se pretende tener producción agrícola sin productores, minería sin mineros, inversores sin ningún plan de estado coherente, todas incongruencias que nos han llevado a donde estamos.

Los recursos naturales son realmente importantes, sólo si somos capaces de aprovecharlos, cumpliendo con todos los parámetros de control de impacto ambiental, legislaciones impositivas, sustentabilidad y desarrollo social, de otra manera su valor tiende a cero.

En ya casi 40 años de profesión he llegado a la conclusión que el problema más importante que tenemos no es precisamente la corrupción (la cual no minimizo) sino uno mucho más grave aún, la ignorancia de los que deben tomar decisiones. No es central que el cirujano que me opere sea honesto o no, pero al menos que sea un gran cirujano. Nuestro país ha logrado aunar ambos aspectos, deshonestidad e ineptitud, la tormenta perfecta.

Los que tienen el conocimiento no deciden y los que deciden en general no tienen idea sobre la materia.

Todos hemos escuchado a las máximas autoridades de nuestro país decir más de una vez “recemos por tener una buena cosecha”. Sin dejar de valorar la religiosidad de cada habitante independientemente de su credo, la producción agropecuaria no es un acto de FE, donde un Dios dadivoso nos regala el maná que cae del cielo, son cientos de miles de horas de investigación, trabajo y esfuerzo para PRODUCIR.

La visión generalizada es que la actividad agropecuaria y agroindustrial es un sector menor, integrada por actores subdesarrollados llenos de tierra y que no se puede comparar con la actividad industrial, actividad promocionada por décadas en un país que cuando hace calor tiene restricciones de energía y cuando llega el invierno nos quedamos sin gas. Considerando que el desarrollo netamente industrial tiene como componente principal la energía me parece que sería un tema importante para tener en cuenta.

En muchas áreas industriales tampoco tenemos el recurso humano capacitado para llevarlo adelante y lo más complejo aún, somos dependientes tecnológicamente (y en muchos casos de insumos estratégicos) de terceros países, con cuyas industrias pretendemos competir!!!

El escenario argentino

Pretendemos que inversores internacionales vengan a nuestro país a invertir en actividades no competitivas, en muchos casos con precios regulados por el estado, con una moneda absolutamente depreciada donde los propios habitantes no la aceptan, con restricciones cambiarias para el ingreso y egreso de divisas, una utopía desde todo punto de vista, la realidad así lo demuestra.

¿Por qué entonces el escenario agropecuario sería distinto?

En primer lugar, es mucho más eficiente producir en nuestro país que en el país de origen del inversor, no sólo en términos de productividad neta sino también en los volúmenes que se podrían generar. Argentina cuenta con la tecnología, el know how y el recurso humano y natural necesario.

En segundo lugar, porque la mayoría de los inversores lo que buscan es llevarse la producción a su país, es decir su MONEDA DE CAMBIO es su producto, con precios transparentes de mercado, es decir mide su rentabilidad en kilos de producto dolarizados independientemente de las vicisitudes de la moneda local.

En tercer lugar, esa producción que generan y exportan no afecta en absoluto el consumo interno, ya que son todos saldos exportables y que generan desarrollo e inversiones en la “Argentina profunda” fundamentalmente, permitiendo la mejora de vida de esas comunidades y frenando la migración interna a las grandes ciudades.

La Pandemia

Mientras nos distraemos con los conflictos domésticos cada vez más novelescos, vamos desperdiciando una oportunidad tras otra de posicionarnos como actores protagónicos de la cadena alimentaria mundial y seguimos eligiendo ser actores de reparto.

El mundo tuvo dos guerras mundiales que generaron hambrunas difíciles de entender a la distancia, tuvimos valores internacionales de producción extraordinarios, ganamos mercados complejos y luego decidimos cerrar nuestras exportaciones a esos mismos mercados, un delirio tras otro.

Ahora la pandemia. Una nueva oportunidad.

La foto actual nos muestra que, en un mundo paralizado por el virus, muchas de las actividades que parecían liderar la economía mundial se desintegraron en 90 días.

Empresas aeronáuticas, industria automotriz, producción de hidrocarburos, transporte, recreación, turismo, por mencionar las más relevantes, entraron en una crisis sin precedentes y de difícil pronóstico.

La actividad agropecuaria de alguna manera quedó fuera de la pandemia, el campo en todo el mundo sigue produciendo, generando riqueza y alimentando a la población. La cadena productiva o prefería usar el término bioeconomía, goza de plena salud y está lista para liderar el cambio de paradigma. El promedio de incremento de compras de productos agropecuarios se incrementó el 18 % en los últimos tres meses, es inentendible que no se reaccione ante este escenario.

Hace algo más de 200 años Manuel Belgrano dijo “la agricultura es el verdadero destino del hombre. Es sin contradicción el primer arte, el mas extensivo y mas esencial de todas las artes…La riqueza de todos los hombres tiene origen en la de los hombres del campo y si el aumento general de los bienes de la tierra hace a todos mas ricos, es de interés del que quiere proporcionar la felicidad del país, que los misterios que lo facilitan se manifiesten a todas las gentes ocupadas en el cultivo de las tierras y que el defecto de la ignorancia tan fácil de corregir, no impida el adelantamiento de la riqueza…”” (la agricultura) es la única fuente absoluta e independiente de las riquezas”.

Si con el potencial productivo que tenemos, no nos subimos a esta nueva oportunidad, como dijo el clérigo de Pitres “apaga y vamos”, aquí no hay nada más que hacer.

Ing. Daniel Tardito

Profesor de Planeamiento Agropecuario de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Belgrano.

Consultor Internacional.

Productor agropecuario en la Provincia de Mendoza.

Enlace de la conferencia: https://youtu.be/RhxWdQsMJ8E

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