El Cisne Blanco 2020

 El Cisne Blanco

Abril 2020

Dentro de las bases de Planificación estratégica que habitualmente manejamos, tenemos en cuenta posibles externalidades (cisnes negros) que pueden aparecer. El análisis de diferentes escenarios es parte de nuestra materia, como así también la elaboración de planes de contingencia para cada uno de ellos.

La situación actual que vive la economía mundial supera absolutamente todas las herramientas de planificación que solemos utilizar, las estrategias que debemos pensar y como instrumentarlas.

Todos los paradigmas sobre los que nos basábamos han sido pulverizados en apenas un par de meses y cualquier evaluación a futuro, es a esta altura, un ejercicio más relacionado con la imaginación que con algún precepto metodológico o científico.

El cambio que se está generando en la humanidad ya trasciende el problema sanitario, de por sí muy sombrío, inclusive el tremendo impacto económico sobre todas las economías (desde las más desarrolladas a las más primitivas), a mi personal entender va a cambiar las formas de organización social, replanteando la forma de relacionarnos tanto en nuestro círculo más cercano (familia, amistades, vínculos sociales) hasta las relaciones globales de la humanidad.

Principios religiosos, raciales, geopolíticos, de poderío económico y militar hoy parecen conceptos vetustos de un pasado muy lejano, principios que hace apenas tres meses establecían las reglas de juego mundiales.

Todos los análisis de cómo llegamos hasta esta situación buscando culpables, conspiraciones internacionales o maleficios del mas allá ya carecen de sentido, es sencillamente una autopsia de la humanidad.

Lo inédito de la situación no permite comparación alguna con lo conocido, a pesar de los innumerables esfuerzos que muchos hacen. Las guerras y pestes ocurridas en el pasado tenían algo en particular, límites.

Límites establecidos por fronteras, por distancias intransitables, por océanos y cordilleras como barreras naturales. Esta crisis tiene algo absolutamente inédito, no tiene fronteras que la detengan. Un señor se enfermó en una población China y 90 días después muere gente en el Chaco Argentino, la producción mundial se cae a pedazos y las economías comienzan a estallar secuencialmente.

La integración global, el intercambio comercial, cultural y comercial que permitió el indiscutible progreso de la humanidad en los últimos 50 años, paradigmáticamente es hoy es el gatillo que disparó una certera bala al corazón de la economía mundial.

Me planteo como educar en planificación para un mundo que nadie sabe a dónde va.

Si la incertidumbre fuese mía la aceptaría como una limitación personal, pero cuando los líderes mundiales ni siquiera se ponen de acuerdo hacia dónde ir o que estrategia aplicar la cosa se pone fea.

Hace solo 12 semanas el mundo debatía las barreras arancelarias, el calentamiento global, las guerras, capitalismo vs socialismo, eran temas que parecían cruciales y que definían el día a día de nuestras vidas. Los mercados que especulaban analizando todos los escenarios se desplomaron en horas. Los países petroleros vieron disminuir sus riquezas de la noche a la mañana y su posición estratégica predominante se esfumó.

Hoy todo eso parece menor al lado de lo que vivimos.

Cuánto tardará la humanidad en darse cuenta de lo que va a suceder, esa para mi es la gran pregunta. ¿Cómo reaccionarán los habitantes del mundo cuando comprendan la magnitud de lo que estamos viviendo? ¿Cuál será el nuevo orden social y económico? ¿Quiénes serán los nuevos líderes del mundo que se viene?

Cuando la pandemia pase y salgamos de nuestras casas, nos vamos a encontrar con un mundo totalmente diferente. ¿Cómo se va a comportar cada sociedad? Si hay sólo una manzana para dos personas, quien la comerá, ¿el más fuerte?, ¿el menos solidario?, ¿los más jóvenes?

Intento que este pequeño ensayo sea lo más objetivo posible, no está basado en el pesimismo sino en el análisis descarnado de las variables que hoy manejamos.

Al final del camino, las estadísticas dirán que en el mundo murieron 100 mil o un millón de personas, al final de cuentas será un dato estadístico más. El desafío es entender que va a ser de la vida de los miles de millones de habitantes que sobrevivirán a la pandemia en un mundo sensiblemente más pobre e inevitablemente más desorganizado y sin liderazgos definidos, una especie de Titanic sin capitán, donde todos vamos a bordo, sin timonel y sin rumbo fijo.

La otra realidad es analizar este problema dividiendo a la sociedad groseramente en dos, no importa ya en qué país se encuentre esa sociedad. Por un lado los sectores sumidos en la pobreza pre pandemia estarán expuestos a limitaciones mayores aún y por el otro los que han vivido en el desarrollo perderán gran parte de las comodidades y seguridades que tenían hasta ahora. La diferencia va a ser el impacto emocional en ambas sociedades.

Para unos será algo duro pero habitual en sus vidas, para los otros será ingresar en un mundo totalmente desconocido, para el cual no están preparados. Por primera vez después del fin de la segunda guerra mundial las generaciones de esas sociedades desarrolladas vivirán peor que sus antecesores. El impacto emocional que esto generará es difícil de evaluar. Es la historia de nuestras familias, abuelos que escaparon del desastre de la guerra y luego de 3 o 4 generaciones lograron salir adelante. Esto es lo mismo en sentido inverso y en pocos meses.

Las grandes crisis mundiales generaron inmensas corrientes migratorias de quienes escapaban de zonas devastadas por la guerra, el hambre o las enfermedades a lugares más seguros, a la tierra prometida. El escenario actual agrega otro condimento inédito, no hay a donde ir esta vez, no está la tierra prometida.

Como repensar el futuro en este contexto, qué camino tomar, como planificar estratégicamente sin ningún parámetro claro a futuro.

En un mundo que se ha transformado en una bandada de cisnes negros invoco a partir de este momento la teoría del cisne blanco.

Tiene que haber uno y debemos encontrarlo basados fundamentalmente en lo que tenemos y podemos hacer.

Creo que el mundo se va a ir reconstruyendo primero localmente, luego regionalmente y tal vez, bajo un nuevo orden mundial, en un futuro, globalmente.

Particularmente en nuestro país, tenemos una ventaja competitiva que si la sabemos utilizar estratégicamente, con políticas de estado en lugar de planes de gobierno, con coordinación de los diferentes sectores involucrados, nos puede dar una oportunidad extraordinaria.

Tenemos la llave en nuestras manos y es la capacidad de producir alimentos, tanto para autoabastecernos suficientemente como para ser otra vez proveedores de un mundo que sin duda será más pobre. Para no parafrasear lo de “granero del mundo” prefiero algo más actual como el supermercado del mundo, o el título que prefieran ponerle.

Con el desarrollo actual Argentina produce alimentos para 400 millones de habitantes, diez veces nuestra población y con mucho territorio y tecnología para desarrollar que tranquilamente nos permitiría duplicar esa cifra.

Tenemos una gran oportunidad y es que después de mucho tiempo dependemos de nosotros, de nuestra capacidad de reorganizarnos rápidamente, de establecer las prioridades y en un gran acuerdo nacional de largo plazo trazar un camino de reconstrucción. Poseemos recursos naturales suficientes, energías fósiles y renovables, un recurso humano profesional y laboral altamente calificado, Universidades y centros de investigación de relevancia mundial, podemos producir nuestras propias herramientas y maquinarias, tenemos reservas de genética y germoplasma altamente competitivos, es hora de abrirnos al mundo de la bioeconomía de lleno y liderarla.

Muchas de las barreras arancelarias y para arancelarias que existían van a flexibilizarse y muchas de ellas hasta desaparecer.

Es aquí y ahora. La generación a la que pertenezco debe transmitir su conocimiento y experiencia a la generación que nos reemplazará y que sin dudas podrá reconstruir una mejor Argentina y un mejor mundo. Es el momento de mirar para adelante y ponerse a trabajar.

Parafraseando a M.L King, les transmito mi propuesta de vida, “si supiera que el mundo se acaba mañana, aún así, yo hoy plantaría un árbol”

Ing. Daniel Tardito

Profesor de Planeamiento Agropecuario

Facultad de Ciencias Agrarias

Universidad de Belgrano

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pivot para alumnos de la escuela Croce